5 de febrero de 2012

El globo rojo...

El globo rojo trataba de esquivar aquella multitud sobre la acera. Recuerdo aquel sentimiento pasajero cuando el hilo se me escapo de la mano. Yo tendría unos 6 años, no podía comprender mucho lo que allí pasaba, tanta gente, tantos niños, tal alboroto me tenía anonadado, y se me escapó. Aquel globo alejándose entre la multitud y finalmente alzándose al aire, entre los arboles del parque de enfrente. Sumamente decepcionado, treméndamente triste, increíblemente enfadado.

Pero el tiempo corre, el tiempo pasa, el niño pasa por la adolescencia con suma rapidez, se hace hombre antes o después y el niño se corrompe y se convierte en un elemento más dentro de una sociedad maldita.
Quisiera recordar o volver a vivir la sensación de libertad de aquel globo rojo, por eso lo miraba alejarse sin más y aunque en ese momento no lo podía entender, ahora veo lo libre que era yo de niño, lo simple que era todo.

No se diría que un país o una vida se dirige con mentalidad de niño, pero esa sencillez me parece magistral, ahora no puedo pensar más allá de mis obligaciones. Los sueños son meras hipótesis, la corbata me ahoga el cuello y el mundo está pendiente de si saco el chupete o por el contrario saco la pistola.
Unos y otros, un lado y el otro y ninguno vuela como aquel globo del que pude olvidarme en breves minutos después de una llorera monumental y un algodón de azúcar que me compró mi padre. Esto no es como cuando eres niño y todo a tu alrededor te idolatra, donde eres el más mono, te tiran del pellejo del moflete y ves a los mayores hablar de ti sin entender nada y sonreírte sin parar.

Si todo fuera así de fácil, adiós globo, hola algodón de azúcar. Yo seguramente me sentiría niño de nuevo y el mundo que me rodea se me tiraría encima para recordarme que no puedo escapar tan sencillamente. Que niño sólo sé es una vez.

Me gustaría desaprender lo que aprendido en todos estos años  y volver a empezar con esa libertad en mi mente, el poder llorar un minuto y sonreír justo después, enseñar a desaprender a todos.

- Señor Presidente, es el momento.-Dijo seriamente el secretario de estado.
- Voy Miller, dame un minuto.

El minuto más largo y eterno de mi vida. Desaprender, globos rojos, libertad, es el momento de la verdad.
El momento de la guerra, la tercera guerra mundial, que dios se apiade de mi...

Fin.


Esta semana con la frase de mi gran admirado Carlos (Nivive) al cual dedico esta historia. También va para Atenea que no pude escribir con su frase la semana pasada y a todos  los compañeros de Cuentacuentos a los cuales no he podido visitar en sus casas para deleitarme con sus historias. 

13 comentarios:

  1. Gracias, de corazón.

    Eso sí, eres un xagerao quillo :) tú si qeu eres admirable, y no se trata del conde Godó te lo aseguro sino que lo digo desde el conocimiento a través de tus textos fiel a una personalidad inquebrantable. Un mundo el de Yas que no ha dejado de lado a este que se autodestruye, que olvidó que un día fue niño, que olvida que hay niños, ancianos, jóvenes con toda la ilusión por vivir y trabajar al márgen de intereses podridos de poder.
    Un mundo el de Yas que ayuda a que este sea mejor.

    Un abrazo y ánimo con esa recuperación!!

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  2. Se intuía que era un adulto quien rememoraba ese globo rojo, pero no esperaba un giro así al final. Una Guerra Mundial en ciernes y un Presidente que desearía no estar ocupando ese puesto de tanta repercusión.

    Me ha gustado. Besotes.

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  3. Un relato realmente bonito y muy bien hilado. Felicidades

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  4. guau! qué final. y vaya momento para acordarse de esa vivencia, debió de marcarle mucho. que inunde el mundo de globos, mejor eso que una guerra.
    :)

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  5. Vaya sorpresa te habías guardado para el final. Me gusta el modo en que has ido desmenuzando la historia, intercalando e incluso mezclando ambos momentos.

    Un saludo!

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  6. Cuando se habla de ese tipo de niñez en la que nada importa y todo es sencilo, yo siempre creo que hay otro lado y que no todo es tan bonito como se pinta, pero claro, esto ya depende de la niñez de cada uno en la cual no me voy a meter. Pero entiende perfectamente lo que quieres explicar.
    Decirte que ese final no me lo esperaba ni mucho menos. Me ha sorprendido.

    un beso

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    Respuestas
    1. Inesperado final, desde luego. ¿Quién no ha querido alguna vez regresar a aquella infancia? Y, en una situación así, ni te cuento...

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  7. Es curioso como deseamos volver a nuestra niñez, libre de preocupaciones, en los momentos en los que debemos tomar una difícil decisión o cuando nos enfrentamos a circusntancias complicadas. Seguramente hacerse adulto significa decir adiós a la capacidad de volar y actuar con libertad y entrar en el laberíntico mundo las ataduras sociales. Me ha encantado tu relato. INvita a la reflexión, sin duda.

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  8. Excelente, me encantó. Ahora no me puedo desprender del sentimiento de nostalgia que me has infundido con tu historia, y es que ¿quién no ha querido regresar alguna vez al tiempo donde todo era más sencillo?

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  9. la nostalgia de momentos felices. Lo que dio de si el globo.

    Un abrazo

    www.utopiadesueños.com.es

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  10. Pienso que la infancia es la época mejor de la vida, si no hay ningún problema y la echo terriblemente de menos. A veces, he intentado desafiar el tiempo, sin conseguirlo. Dicen que sólo se vive una vez, la infancia, pero, me niego a creerlo, aun sabiendo que muy posiblemente, sea verdad :(

    Me ha gustado. En cierta manera, me he identificado con ella. Despertaste en mí ese deseo, a veces acallado por la realidad, de volver... La nostalgia cae sobre mí...

    Un saludito :)

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  11. El comienzo de una guerra... Quizá el mejor momento para volver a ser niños, para recordar los momentos en los que las cosas no iban tan mal, soñar con los buenos momentos...

    Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.

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  12. Interesante final. Da más fuerza a todo lo leído anteriormente.
    No pasé en su momento, paso ahora.

    Un gustazo volver a encontrarnos en cuentacuentos.

    Un abrazo.

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